martes, 9 de diciembre de 2014

Rescatando mi sonrisa.



La parte trasera de un coche oliendo a mar, empañados. Empeñados. Como quien buscando paz encuentra la mejor de las guerras. Y ahí, en plena batalla, proclamé una tregua para acabar tirando a mi propio tejado todas esas piedras que no pensaba arrojar (por todo eso de los pecados...) A pesar de que no te vi venir, no puedo dejar de mirarte. De modo que finalmente llegas a ese límite, que ahora, tiende a infinito, pero contigo. Que me rescatas con sólo una sonrisa. Como si estuviera a salvo, como si estuviese en casa. Que acabas por ser el continente y el contenido. Aunque seamos pura dinamita, pienso quedarme si todo explota por los aires. Porque mentando a Neruda; tú encontraste mi punto débil y mereces la pena, los riesgos y la vida.



Y recuerda: dile a quien dice que no podemos, que ya veremos, corazón.


Escrito por María González Torres. ©