Amanecí
entre nostalgias de lo que fueron alguna vez tiempos felices en los
que memoricé cada 1 de tus reflejos en las pupilas, y todos tus
latidos acelerados.
Lentamente,
quise colarme por cada uno de tus vértices, donde deseé quedarme
sin aire y por 2 minutos, aunque fuera poco, respirar el sabor de tus
poros, y quizás poder salvarme (que caro me va a salir este seguro
de vida...)
Balbuceé
un par de palabras, como queriendo sacar tus 3 vocales de mis
pulmones, pero ahí seguían clavadas como el mayor sustituto de la
nicotina.
Esnife
tu sexo en 4 caladas mal dadas y sentí la asfixia de no tenerte, se
incrustó en forma de recuerdo entre mis costillas y creí ver
explotar esta maldita burbuja.
Retrocedí
5 kilómetros atrás en la geografía que dibujaban tus lunares para
esperarte, y así, intentar encontrar una explicación que aún no
entiendo, pero me quedé a medio camino y hoy no me apetece correr.
Tallé
mi epitafio en tus clavículas donde dejé de pertenecerme, para
finalmente ser tuya, todo esto por menos de 6 días de sofá, tele y
sexo para echarte de más.
Odiándote
por haber perdido en estos meses las 7 vidas que nunca tuve porque
quizás únicamente entraste en mi vida destinado a salir de ella o
simplemente por no haberme sabido encontrar en las 7 letras de tu
nombre.
Escrito por María González Torres. ©