martes, 12 de noviembre de 2019

Suerte




¿Para qué quiero tréboles de cuatro hojas, pestañas que soplar pidiendo deseos u ojos de turco? Os doy mis amuletos, el dedal y la castaña, y todos esos ángeles que he estado buscando estos últimos años. No quiero más monedas perdidas en pozos o fuentes, ni volver a cruzar los dedos. No busco aquel hombre calvo que traía fortuna, ni aquel otro con chepa, o aquella mujer con tripa de embarazada. Ya no hago grullas de papel, ni alzo la cabeza buscando alguna estrella que vaya con algo de prisa. 

Os doy las herraduras y las patas de conejo, no me regaléis pulseras rojas anudadas a “ojalás”. Menos aún, me pongáis velas o estampitas de ningún tipo. Voy a dejar de mirar las horas de la pantalla en busca de sincronías. ¿Cómo voy a querer soplar el diente de una fiera salvaje llamada león o esas llamas que me recuerdan el día en que nací y cada año suman una? Ya no me importa si me quedo con la parte más larga al partir un hueso, ni que se hayan cansado de desearme mucha mierda (o yo de pisarlas, que también da suerte). 

No busco cruzarme con mariposas blancas, búhos o alguna meiga gallega. Tampoco pongo oro en las copas de Champagne cuando acaba un largo año, ni echo farolillos al cielo en busca de respuestas. No voy a volver a creer en gatos que agitan sus patas delanteras o elefantes que dirigen sus trompas hacia augurios mejores. Voy a dejar de tocar madera con esperanza de conseguir algo y también dejaré de perderme entre capicúas.

¿Porque, qué falta me hace a mí todo esto, si mi suerte tiene nombre propio, me sacude con sonrisas, me llena de besos y me lleva a la luna una vez por deseo? ¿para qué necesito todo esto, si la vida me mira con tus gestos?






 __________________

Derechos Reservados Copyright © 2019

María González Torres.