sábado, 22 de febrero de 2020

Te quiero la vida.



        Hace un año, encontré por quien cortarme la oreja, ya sabéis, como Van Gogh y su consecuencia. Por quien me veo en todas las escenas de esas películas cursis que no soportas y de quien hablan todas las canciones bonitas. Algo así como la banda sonora del mejor año de mi vida.

       Hace trescientos sesenta y cinco días que domino, como puedo, mis orugas y que por fin han decidido abrir sus alas y echar a volar en un estómago cada vez con menos nudos. Que he encontrado con quien llenar todos los por si acasos de mis maletas, las sonrisas de mis fotografías y el hueco entre mis brazos. Ahora, tengo el pasaporte para todos mis viajes.

       Hace un año, mi realidad se dio de frente con otra realidad. Y se volvió más fuerte, inquebrantable. Ambas, dejaron de ser realidades paralelas para ser perpendiculares y unificarse para siempre. Yo, que soñé con quien me hiciese volar teniendo los pies en el suelo; y ahora, no sé soñar si no es desde tu cama.

       Hace doce meses que cuento el tiempo sin que pesen los segundos, que me olvidé de la letra pequeña, y le diste calma a este corazón impaciente. Desde entonces te quiero y te requiero. Te quiero de la A la Z. Te quiero en toneladas. Te quiero en signos que solo los sordos oyen, en braile y a viva voz.

       Normal, si desde hace un año, soy para ti, pero más mía que nunca.





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María González Torres.