Tengo
el corazón deshabilitado y necesita que alguien entre por la aorta
sin hacer mucho ruido como un parásito, se instale dentro y cree una
maldita epidemia en todo mi cuerpo. Que haga que mi corazón sin
latido se revolucione, que se acelere mi respiración, que me queme
las entrañas y me asfixie sin razón (o la razón). Que me quite
estos arañazos de circunstancias, estas cicatrices de añoranzas.
Que vuelva a conectar neuronas cansadas para que vuelva en sí mi
tacto, para que vuelva en sí yo misma. Que elimine los cimientos que
pusieron otros aquí dentro y andan medio en ruinas (no me valen
reconstrucciones.) Quiero que sea más fuerte que cualquier virus,
que haga enloquecer a mis pupilas, que cause metástasis en todos mis
órganos. Quedarme ingresada todos y cada uno de esos domingos
insoportables, pero eso sí, que me den el alta los lunes sólo para
poder pillar la mayor gripe de mi vida los martes y me contagie hasta
llegar el siguiente domingo, donde otra vez, rendida, me encuentre en
estado crítico por sus excesos. Que en mi médula sienta un pinchazo
de algún imperdible, que tú seas tal imperdible, que no te pierdas.
Pero por favor, que no lleven su nombre. Para ese, ya me costó mucho
encontrar la cura.
Escrito por María González Torres. ©
Felicidades.