sábado, 5 de abril de 2014

Texturas.


Yo, ansiosa de soñar,
tengo el insomnio más grande de toda mi vida.
Llevo días buscando el que hacer
empapándome de libros.
Cuesta obtener oxígeno en tierra.
Pero ahogarme en el sudor de lagrimales
ya no es una opción,
pues aprendí que en el fondo del agua
también se puede respirar.
Quizás de haberlo sabido
habría salido corriendo hace tiempo.
Pero nunca supe, y así
resulta fácil ser valiente.
Me he perdido entre las razones de Escandar,
las cosas que no supo responder ni Marwan,
en el cuarto del Mago,
y en las distancias de seguridad de Boza.
Jodidamente perdida.
Para acabar dándome cuenta
que como dice Lena,
la única manera de encontrarme
fue acordándome de ti, maldito.
Y que putada.
Porque lo mejor del sin mí,
era el contigo.
Desde el momento que me di cuenta que caía
en el vacío de esos ojos para llenarme
(no se muy bien de qué).
Las copas de más hace tiempo que las superé,
mi visión, habla y juicio andan afectados.
Atlas se está quedando sin fuerzas para sujetar mi mundo,
mi sentido y mi común hace horas que no se soportan.
Las Navidades de las que habla Andrés nunca llegan
porque tú ya nunca vuelves.
Ernesto y yo seguimos debiendo lunes por doquier
y empiezo a pensar,
que Afrodita nunca ha estado enamorada.



Escrito por María González Torres. ©