Deshumanización
evolucionada. En son de paz, al son de la paz, pero sin humanidad.
Imagínatelo,
como lo hacía Lennon. Sin países, sin religiones, sin codicias. Demasiado
difícil, ¿no?
¿Dónde
está la globalización del mundo, si es independiente?
El
todos para uno y uno para todos, pero las bombas, lejos de casa. Volver a
Berlín y sus muros. Un gran límite entre fronteras, colores y mundos. El
primero y el tercero, nunca debieron haberse deshecho del segundo. El barrer lo
tuyo, y que le den al vecino. Aunque siempre salude. Y más le vale, que no haga
demasiado ruido.
Sociedad
en la que el más generoso es un tal Juan Palomo, que es hortelano y tiene un
perro. Pero qué más da, si el pan les sobra a los que están llenos y nadie
pregunta por los que tienen hambre. Que hacemos el amor en casa, y la
guerra lejos.
Lejos;
donde han crecido los enanos, la gente tiene los dientes largos y se consuelan
por tontos. O por no haber elegido su maceta, en la que no pueden echar raíces
y eso que tienen un estiércol de puta madre, les sobra mierda.
Cuando
el río no suena, ni siquiera lleva agua y los hilos que manejan e iluminan el
mundo, se mueven como peces, gordos, en la poca que queda. Mascarillas contra
aires contaminados, de grandeza. Un pequeño monstruo negro corre por debajo de
los pies, y para cuando lo encuentras se hace tesoro o maldición, según para
quién.
Somos
ricos en personas pobres, en miradas a otro lado (el que más convenga) y en
palmaditas en la espalda del que más cobija.
Ay,
Mafalda, ojalá pudiese bajarme ahora.
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María González Torres.
Imagen: El Diario de la Pampa.