jueves, 13 de junio de 2013

¿Casualidad o causalidad?



Amanecí entre nostalgias de lo que fueron alguna vez tiempos felices en los que memoricé cada 1 de tus reflejos en las pupilas, y todos tus latidos acelerados.
Lentamente, quise colarme por cada uno de tus vértices, donde deseé quedarme sin aire y por 2 minutos, aunque fuera poco, respirar el sabor de tus poros, y quizás poder salvarme (que caro me va a salir este seguro de vida...)
Balbuceé un par de palabras, como queriendo sacar tus 3 vocales de mis pulmones, pero ahí seguían clavadas como el mayor sustituto de la nicotina.
Esnife tu sexo en 4 caladas mal dadas y sentí la asfixia de no tenerte, se incrustó en forma de recuerdo entre mis costillas y creí ver explotar esta maldita burbuja.
Retrocedí 5 kilómetros atrás en la geografía que dibujaban tus lunares para esperarte, y así, intentar encontrar una explicación que aún no entiendo, pero me quedé a medio camino y hoy no me apetece correr.
Tallé mi epitafio en tus clavículas donde dejé de pertenecerme, para finalmente ser tuya, todo esto por menos de 6 días de sofá, tele y sexo para echarte de más.
Odiándote por haber perdido en estos meses las 7 vidas que nunca tuve porque quizás únicamente entraste en mi vida destinado a salir de ella o simplemente por no haberme sabido encontrar en las 7 letras de tu nombre.


Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 15 de mayo de 2013

Vis a vis.



Aún intento entender cual es el puto motivo de que no seas mis buenos días ni mis buenas noches de todas estas putas semanas, de estos putos meses de este puto año. Dime que hago ahora con estos sueños rehenes. Tú, que dejaste un hueco en mi vida con forma de habitación vacía, yo, que me hubiera conformado con alquilar ¼ de besos en cada paralelo y meridiano de tu cuerpo. Quisiera vivirte. Que me regalaras un vis a vis, echar a volar con cada uno de tus pestañeos. Que me desvistieras despacio, pues no tengo ninguna prisa. Y es que los mejores poemas han salido de las yemas de sus dedos y sin teclear una sola letra, menuda paradoja. Pero todo esto ya lo sabes, así que sólo me queda plantar tréboles, no fuera a ser que creciera alguno de cuatro hojitas, me trajera suerte, y a ti con ella.

-“Atajos por donde seguir dando rodeos.”

Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 17 de abril de 2013

El amor vuelve a la gente estúpida.


¿Qué qué me pasa? ¿de verdad tú me lo preguntas? Pues verás... me pasa que tengo un hueco aquí dentro y que suena eco si pienso en tu nombre, que no puedo olvidar la primera vez que me besaste entre unas escaleras mecánicas y la vez que lo hiciste entre mis piernas, que mi paisaje favorito ha sido tu espalda desde el otro lado de mi cama. Que el corazón ya no me pesa (muy a mi pesar), que se me clava cada nota que sale de un puto violín. Me pasa que aún me debes un masaje y unos cuantos besos, que muchas veces me sorprendo imitando alguna de tus tonterías y parece que estás aquí (pero no), que conviertes las curvas en rectas. Tú, todavía, me haces reír cuando hablamos... y ese último “estoy bien” me ha partido 3 costillas. Me pasa que los caminos son bidireccionales, que me da alergia la estación de autobuses y el cambio de estaciones. Que aún espero que vengan tus manos y me rodeen en mitad de la noche, que voy a corazones y siempre salen picas, pero lo que realmente me pasa es que todos estos versos llevan tu nombre... (y nunca mejor dicho).

No sabes como estas líneas colapsan mis pulmones cuando ni siquiera preguntaste “¿qué (te) pasa?”.

Escrito por María González Torres. ©