sábado, 15 de marzo de 2014

Lo que tu marea no se llevó.


Huye en plena madrugada en coches con sirenas que no llevan mi nombre, pero sucumbe a sus cantos (aunque éstos mientan). Ahí, perdido en mitad de ese océano cree comerse el mundo, y no se come ni el orgullo. Que es muy triste, que se deshagan las camas solas y no seamos nosotros los culpables. Pero lo tengo en cuenta, la sal siempre escuece en heridas abiertas. Mi insomnio, empieza en el mar que bañan tus ojos. Vamos a atar cabos, que al fin y al cabo, nuestra vida no se pierda en un golfo. Y es que las botellas que llegan a mis orillas ya no llevan mensajes, sino el alcohol con el que relleno los vasos de ti. Creí ser superviviente en esta isla desierta, y yo, marinera sin rumbo, sin norte, sin sur, acabé en el naufragio de tus puntos cardinales. Siendo pirata sin tesoro. Navegando sin dirección por las mareas de tu cuerpo. Pero como ya dije, rechazo hundirme. Y por anclarme, me anclo a tu no saber estar, a tu para siempre repleto de nunca jamás. Elegir muerte o mar, daba lo mismo...

Escrito por María González Torres. ©