lunes, 29 de julio de 2013

Etapas.



Tengo el corazón deshabilitado y necesita que alguien entre por la aorta sin hacer mucho ruido como un parásito, se instale dentro y cree una maldita epidemia en todo mi cuerpo. Que haga que mi corazón sin latido se revolucione, que se acelere mi respiración, que me queme las entrañas y me asfixie sin razón (o la razón). Que me quite estos arañazos de circunstancias, estas cicatrices de añoranzas. Que vuelva a conectar neuronas cansadas para que vuelva en sí mi tacto, para que vuelva en sí yo misma. Que elimine los cimientos que pusieron otros aquí dentro y andan medio en ruinas (no me valen reconstrucciones.) Quiero que sea más fuerte que cualquier virus, que haga enloquecer a mis pupilas, que cause metástasis en todos mis órganos. Quedarme ingresada todos y cada uno de esos domingos insoportables, pero eso sí, que me den el alta los lunes sólo para poder pillar la mayor gripe de mi vida los martes y me contagie hasta llegar el siguiente domingo, donde otra vez, rendida, me encuentre en estado crítico por sus excesos. Que en mi médula sienta un pinchazo de algún imperdible, que tú seas tal imperdible, que no te pierdas. Pero por favor, que no lleven su nombre. Para ese, ya me costó mucho encontrar la cura.

Escrito por María González Torres. ©


Felicidades.