martes, 17 de diciembre de 2013

Definiciones #3.




Nosotros: Dícese de lo que no es. Eso que pasa durante la lluvia, y supongo que eso que conocemos por vida. Todas las cosas que se cuentan en un sofá mientras el otro anda dormido y ni siquiera Morfeo logra entender. Supieron comerse kilómetros, pero eso sí, acabaron bastante empachados. Se mueren entre nuestras risas o entre nuestras sábanas y se conocían la Gran Vía agarrados a la cintura. Son polos opuestos, por ello se atraen como imanes. Aquellos que se fumaron un invierno en caladas desordenadas demasiado rápido. Quienes andaron con frenos rotos, y sin ruedines. Recogían segundos anclados a agujas que se encontraban en pajares y fueron ellos mismos los que acabaron perdidos. Fueron puntos suspensivos desde que ya no acariciaban las mismas playas. Eran los 5 minutos más. Los no me mires así que vamos a acabar creando galaxias en tu espalda. Los no puedo, pero joder, cuanto quiero. Éramos el carpe diem que por cobarde no fue. “Lo nuestro” es algo que no aparece en diccionarios y ni siquiera tú conoces su significado. Quizás, algún día, me atreva a explicar-nos-lo.


Escrito por María González Torres. ©

viernes, 29 de noviembre de 2013

Definiciones #2.




Yo: Dícese de la persona que tiene todos los huesos rellenos de ausencias. Que siempre le gustó jugar con fuego y así acabó, hecha cenizas. Hace saberse sinestesia. Caótica. Escribe al desastre. Reloca siempre recuerda, como chica busca chico, pero chica nunca encuentra y chico nunca espera. Dícese de quien desespera. Necesita puntos de sutura. Le llaman invierno pues estuvo enamorada del frío. Nostálgica. Cree en un mundo más romántico, más poético, más Cortázar, en la Maga, en la magia. Cree en la distancia si se trata del verbo crear y no creer. Sonreía diferente cuando él estaba. Apoptóticamente sentimental. Suicida, masoca. Su piel estremece, se eriza con música jazz. Rompe (con) las medias, ya sean naranjas o las que se puso el viernes por la noche con ganas de comerse el mundo. Rubia como la cerveza, labios sabor a ron. Esquiva lunares. Se pierde entre fronteras pues ya no tiene puntos cardinales por los que guiarse. No hay poesía para estas musa(raña)s. No busca símiles, ni sinónimos, ni respuestas.


Escrito por María González Torres. ©

viernes, 15 de noviembre de 2013

Definiciones #1.


Él: Dícese de la ausencia que llena todos los vacíos y cala hasta los huesos. Sujeto en extinción. Lo más parecido a un siempre, y eso, que siempre fue un poco nunca. Intentó volar sin saber planear (y así nos fue). Sabe dejarte en jaque. Se hace saber revolución, nación, utopía. Su risa te hacía reír y esas carcajadas sin aire se quedan grabadas en el tiempo. Es análogo al caos, al desastre. Es recuerdo. Le llaman herida. Es capaz, capaz de traer el frío siberiano tan sólo con cerrar sus párpados, pues ya lo dije, la primavera vive en sus ojos. Agnóstico-sentimental. El primer día del resto de mi vida. Abreviatura de nostalgia. Sonríe diferente. Es música jazz. Lo deja todo a medias. No bebe cerveza, así no se acuerda de su pelo. Odia el ron. Posee lunares capaces de ser puntos cardinales. No entiende de fronteras. Es lo que necesita la poesía. No busquéis sinónimos, pues no los hay.



Escrito por María González Torres. ©

domingo, 6 de octubre de 2013

La historia de una mujer contada por su esqueleto.


Tú, que tenías unos ojos lunares para quedarse allí a vivir y que pasara el tiempo. Yo, que contigo siempre quise frenar en seco el calendario. Nosotros, que nos envidiaba hasta el mismísimo Ismael Serrano en noches de sofá y manta (o sofá y sexo como quieras llamarlo). Antes, que mi gravedad se sostenía mientras te escondías entre algún delta de nuestros ríos. Ahora, que no es la gravedad lo que me sostiene y a pesar de que la habitación tenga pulmones noto tu asfixia en mis rincones. Lo que te intento decir, lo que intento que entiendas es esa maldita memoria relacional que hace que estés aquí sin estarlo, en cada café de mis mañanas , en retales, en mis libros a medias... Todo, da igual lo absurdo que sea, todo esta relacionado contigo y con tu estúpida manía de desaparecer. Y, la verdad, es paradójico que fueras tú quien soplara para que no me picaran las heridas que tú mismo un día me hiciste.


Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Madrid.



Nunca supe como describir Madrid, así que gracias a las “musas”.

Te vuelvo a dejar Madrid para ti, aún sabiendo que tú no te vas hacer mucho más feo y que espero que no me eches mucho de menos anda, carita de tonto. Que ya lo sé, que no hay escaleras que nos lleven al cielo, porque el cielo de tu paladar es lo que yo entiendo por el verdadero cielo de la capital. Quizás no pueda ser tu playa en Madrid, tu chica rapada que en la boca da besos sin pedir, tu copa rota, tu próximo verano o tu herida... Pero prometo, siempre que quieras, ser tu paracaídas (a pesar de que tu barba pueda arañar la piel de otras mujeres). Madrid, que si todas las frases hablan de ti es porque hay alguien que se ha encargado de convertir todas las ciudades grandes en pequeños poemas, pero esta vez, para no dormir.Y no sabes que noche más fea tienes, Madrid, cuando no te comparto. Quizá no sea cierto eso de que seamos eternos pero juro que en ese momento que te encontrabas entre mis piernas llegué a pensar que lo éramos. Después de tanto tiempo, después de tantos “tantos”, seguirá lloviendo tal como te dejé y hoy me muero por volver. Por suerte, yo siempre vuelvo a ti (Madrid). Y a estas horas, casi siempre encuentro un buen momento para asesinarme. Y entre muerte y muerte miro a la ventana, con la vana esperanza de ver que Madrid se consume entre llamas. Pero es otra ciudad la que veo tras la ventana y no hay nadie, más que yo, entre mis sábanas.

Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 14 de agosto de 2013

Dame co-razones.




He aquí mi declaración de intenciones,
tómatela como quieras.

Dame razones para llenar este vacío. Sé los músicos del Titanic cuando la multitud sólo sepa correr, mi jaque mate en mitad de la partida. Conviértete en mi reloj de arena cuando lo que necesite sea tiempo, y en mi nación cuando esté perdida. Revolucióname, pero sé mi bandera blanca cuando necesite una tregua. Sé mi próximo verano, mis buenos días, mis buenas noches y mis días completos. Sé mis dulces huesos, o mis dulces sueños. Cumple lo no prometido. Sé caótico incluso fuera de mi orden. Procura ser el dónde que coincida con el cuándo. Sé mi café sin azúcar, sin aliento. Baílame (aunque no sea el agua). Conviértete en el chico bipolar de la azotea, en el monstruo sobre mi cama, en el repartidor de estrellas fugaces en mi habitación. Sé mi chico del metro, sé mi Serendipity.


Simplemente sé, como tú quieras, pero sé (que del resto ya me encargo yo.)

Escrito por María González Torres. ©

lunes, 29 de julio de 2013

Etapas.



Tengo el corazón deshabilitado y necesita que alguien entre por la aorta sin hacer mucho ruido como un parásito, se instale dentro y cree una maldita epidemia en todo mi cuerpo. Que haga que mi corazón sin latido se revolucione, que se acelere mi respiración, que me queme las entrañas y me asfixie sin razón (o la razón). Que me quite estos arañazos de circunstancias, estas cicatrices de añoranzas. Que vuelva a conectar neuronas cansadas para que vuelva en sí mi tacto, para que vuelva en sí yo misma. Que elimine los cimientos que pusieron otros aquí dentro y andan medio en ruinas (no me valen reconstrucciones.) Quiero que sea más fuerte que cualquier virus, que haga enloquecer a mis pupilas, que cause metástasis en todos mis órganos. Quedarme ingresada todos y cada uno de esos domingos insoportables, pero eso sí, que me den el alta los lunes sólo para poder pillar la mayor gripe de mi vida los martes y me contagie hasta llegar el siguiente domingo, donde otra vez, rendida, me encuentre en estado crítico por sus excesos. Que en mi médula sienta un pinchazo de algún imperdible, que tú seas tal imperdible, que no te pierdas. Pero por favor, que no lleven su nombre. Para ese, ya me costó mucho encontrar la cura.

Escrito por María González Torres. ©


Felicidades.


jueves, 13 de junio de 2013

¿Casualidad o causalidad?



Amanecí entre nostalgias de lo que fueron alguna vez tiempos felices en los que memoricé cada 1 de tus reflejos en las pupilas, y todos tus latidos acelerados.
Lentamente, quise colarme por cada uno de tus vértices, donde deseé quedarme sin aire y por 2 minutos, aunque fuera poco, respirar el sabor de tus poros, y quizás poder salvarme (que caro me va a salir este seguro de vida...)
Balbuceé un par de palabras, como queriendo sacar tus 3 vocales de mis pulmones, pero ahí seguían clavadas como el mayor sustituto de la nicotina.
Esnife tu sexo en 4 caladas mal dadas y sentí la asfixia de no tenerte, se incrustó en forma de recuerdo entre mis costillas y creí ver explotar esta maldita burbuja.
Retrocedí 5 kilómetros atrás en la geografía que dibujaban tus lunares para esperarte, y así, intentar encontrar una explicación que aún no entiendo, pero me quedé a medio camino y hoy no me apetece correr.
Tallé mi epitafio en tus clavículas donde dejé de pertenecerme, para finalmente ser tuya, todo esto por menos de 6 días de sofá, tele y sexo para echarte de más.
Odiándote por haber perdido en estos meses las 7 vidas que nunca tuve porque quizás únicamente entraste en mi vida destinado a salir de ella o simplemente por no haberme sabido encontrar en las 7 letras de tu nombre.


Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 15 de mayo de 2013

Vis a vis.



Aún intento entender cual es el puto motivo de que no seas mis buenos días ni mis buenas noches de todas estas putas semanas, de estos putos meses de este puto año. Dime que hago ahora con estos sueños rehenes. Tú, que dejaste un hueco en mi vida con forma de habitación vacía, yo, que me hubiera conformado con alquilar ¼ de besos en cada paralelo y meridiano de tu cuerpo. Quisiera vivirte. Que me regalaras un vis a vis, echar a volar con cada uno de tus pestañeos. Que me desvistieras despacio, pues no tengo ninguna prisa. Y es que los mejores poemas han salido de las yemas de sus dedos y sin teclear una sola letra, menuda paradoja. Pero todo esto ya lo sabes, así que sólo me queda plantar tréboles, no fuera a ser que creciera alguno de cuatro hojitas, me trajera suerte, y a ti con ella.

-“Atajos por donde seguir dando rodeos.”

Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 17 de abril de 2013

El amor vuelve a la gente estúpida.


¿Qué qué me pasa? ¿de verdad tú me lo preguntas? Pues verás... me pasa que tengo un hueco aquí dentro y que suena eco si pienso en tu nombre, que no puedo olvidar la primera vez que me besaste entre unas escaleras mecánicas y la vez que lo hiciste entre mis piernas, que mi paisaje favorito ha sido tu espalda desde el otro lado de mi cama. Que el corazón ya no me pesa (muy a mi pesar), que se me clava cada nota que sale de un puto violín. Me pasa que aún me debes un masaje y unos cuantos besos, que muchas veces me sorprendo imitando alguna de tus tonterías y parece que estás aquí (pero no), que conviertes las curvas en rectas. Tú, todavía, me haces reír cuando hablamos... y ese último “estoy bien” me ha partido 3 costillas. Me pasa que los caminos son bidireccionales, que me da alergia la estación de autobuses y el cambio de estaciones. Que aún espero que vengan tus manos y me rodeen en mitad de la noche, que voy a corazones y siempre salen picas, pero lo que realmente me pasa es que todos estos versos llevan tu nombre... (y nunca mejor dicho).

No sabes como estas líneas colapsan mis pulmones cuando ni siquiera preguntaste “¿qué (te) pasa?”.

Escrito por María González Torres. ©


miércoles, 3 de abril de 2013

Mamá.




He aquí mi pequeña epopeya para la heroína más grande que conozco. El carmín en sus labios han escrito el camino el cual debía seguir para que las cosas fueran más sencillas. Mi mejor autocrítica y espejo. La que dibujó mis primeras palabras y diseñó mis primeros pasos. La farmacia en casa, poniendo a las grandes heridas (las internas) las mejores tiritas. Quien ayudó a buscar agujas en pajares y dio sin recibir nada. La que me enseñó a ver el lado positivo de las cosas. Quien deshizo montañas creadas con granos de arena. La guinda de mi pastel, la que vio siempre el vaso medio lleno. Especialista en vencer todos y cada uno de mis monstruos. Ella me dio la vida y ahora me la sigue dando con su sonrisa. Porque es cierto eso de que sólo hay una y yo no quisiera otra. Por ella. Por ti, mamá.


Escrito por María González Torres. ©

-Con la mejor musa.

domingo, 17 de marzo de 2013

Insomnio.


Este domingo se me está clavado en la clavícula. A punto estuve de nada y ahora se me queda todo a medias. Me sobra la mitad de la cama sin ti, me sobra media alma (porque sí). Y hablando de mitades, como echo de menos esas medias sonrisas en mitad de la noche.Todo a media luz, como los besos de salón, por ejemplo. Será que el reloj me duele, que me sale sólo tu nombre (bueno más bien se me atraganta). Y es que mi sístole ya no va sin tu diástole. Menudo colapso arterial. También sigo notando algún que otro abrazo que no me cabe en el pecho y me suenan las tripas porque tengo hambre (mucha) y las mariposas ya no me sacian... Que te echo de menos y me muero de todo menos de sueño.

Escrito por María González Torres. © 

lunes, 4 de marzo de 2013

Infancia.



Este no es el mundo que imaginábamos de pequeños, en el que íbamos encima de panteras por las calles, volábamos desde cualquier escalón y nos creíamos que éramos las mejores estrellas del rock. Nos parecía sencillo ser madres, profesores o médicos. La mayor preocupación en este lugar era que no se moviera entre la oscuridad ese abrigo apoyado en la silla que parecía ser alguien vigilándote pero para evitar esto todas las estrellas se encontraban en nuestras habitaciones, pegadas al techo, iluminando esas sombras. En ese planeta no había contaminación en el aire, sólo pompas de jabón, las cuerdas no apretaban los cuellos sino bailaban con los pies. Éramos expertos cazadores de tesoros. Por las noches, bastaba con las palabras que salían de la boca de tus padres en forma de cuento para poder convertirte en cualquier cosa, la que quisieras. Ay los niños... queriendo crecer sin darse cuenta que los adultos lo que más anhelamos es ese mundo.

Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 20 de febrero de 2013

Tremendismos.





Hoy ha sonado esta canción y me ha taladrado, encima, la cantabas tú...Un día dices adiós y no te das cuenta de que es el último. Las calles de Madrid ya no van a ser lo mismo, ni sus esquinas, ni las esquinas de mi cuerpo. Gracias por ayudarme a superar estos 417 km, por darme estos 223 días y los besos los cuales no he contado. Ojalá sigan habiendo fotos en tus retinas, pelos en tus calcetines, que te acuerdes de mi cada vez que te subas a un autobús, cada vez que veas alguna de esas películas o escuches alguna de esas canciones. Necesito ahogar estos recuerdos en el café de mis mañanas, en la saliva de mi boca, en las lágrimas que andan ausentes. Deja de sonar, deja de oler, deja de estar sin estar. Esto me pasa por pedirle lo eterno a alguien que no supo ser inmortal.
Se avecina tormenta...


Escrito por María González Torres. ©

lunes, 11 de febrero de 2013

Vs.



Eres tierra, aire, fuego y agua. Eres las notas que no suenan, silencio ensordecedor. Eres vino y las hostias que me pego una y otra vez al tropezar contigo. Eres piedra. Frío en primavera, hielo de lava, la nieve en pleno agosto. Las lluvias de verano. Furia. Eres los besos robados en un portal, invencible, intocable. Eres tan necesario como independiente. Las agujas de mi reloj. Eres libre. Las banderas rojas en las playas. Eres hiperactividad, caricias entre edredones. Eres alma. Sexo. Eres cicatrices, recuerdos en piel. Eres cielo sin nubes, eres nubes sin cielo. Mi revolución. Eres tú y aunque yo no lo entienda...Te compro. Siempre que quieras, claro.

Culpa de las grandes expectativas que nos hacemos sobre las cosas... 



Escrito por María González Torres. ©

martes, 29 de enero de 2013

La parte más puta de la puta realidad.


Pensar que hace sólo unos días estabas aquí y ahora lo único que queda es tu olor de mañanas quemadas entre mis sábanas. Nietzsche decía que el olfato era el único sentido que no nos engañaba... pero entonces aparece esa sensación cuando te despiertas en medio de la noche y ves su cara... y noto como mis pulmones se llenan de ti. Pero de eso se trata ¿no? de olvidar todos esos pensamientos... A mí, ya es que me engañan todos mis sentidos, a veces, incluso puedo notar tu sabor en mi boca. Y ahora sólo quiero que se ilumine esta parte del planeta porque estás aquí y me sonríes. Pero hoy es martes y yo sigo en mis trece...

Escrito por María González Torres. ©


domingo, 13 de enero de 2013

Y es que siempre hemos estado conectados.




Redes sociales que son de todo menos sociales. Trepar mil veces el muro de tu facebook, sin ni siquiera recordar cuando fue la primera vez que pulsamos Inicio, ejecutando todos los programas. Mensajes de amor que nunca aparecen en mi bandeja, “eles” escondidas entre paréntesis. Antivirus con fecha de caducidad contra errores peores que troyanos, antivirus el cual se hace suicida por no encontrar soluciones a mis problemas. Actualizaciones que se quedan anticuadas, contraseñas olvidadas. En busca de tus llamadas perdidas que nunca llegan. No vibra, no suena… Lástima que no sea tan fácil como pulsar un botón para eliminar el historial y reiniciar. Fácil teclear, difícil que coja forma esta jodida sopa de letras. 

 Desconectar.


Escrito por María González Torres. ©