miércoles, 30 de diciembre de 2015

Tengo 22.




Estoy aprendiendo a no meterme en jardines que no riego, a dejar de luchar en guerras que no llevan mi nombre. Soy la más valiente de los cobardes, supongo. Pero es que mis musas llevan barba y demasiados fuegos encima. Pirómana. Soy la mosca que nunca estuvo muerta; el tiempo que no tengo para echar cosas de menos; la que revolvió lunares por encima de sus propias galaxias. He sido más expectativas que realidad en este oasis donde he visto tantas veces espejismos creyendo ser agua, que me da miedo zambullirme en otros ríos. En otras lluvias. Me han cambiado la monotonía, sin cambiar de verdad. Anacrónica. Voy a darle de hostias a mi Karma, porque se me está cayendo la vida a base de mitos. Mi propósito para este 2016 es volver a ser un poco más yo, y un poco menos del resto. Querer menos, para dejarme querer más. Y quedarme con quien quiera. Que poder, no puede nadie.


María González Torres. ©

miércoles, 21 de octubre de 2015

Contra viento y marea.



No sé si el amor me viene grande o pequeño.
El caso, es que no me viene bien.
Y es que ni lleno ni vacío,
es que no sé dónde he puesto el maldito vaso.
Inerme,
no tengo la conciencia tranquila,
mucho menos la certeza de no estar perdiéndome ningún viaje.
Pero, ¿qué le voy a hacer?
Si él, valía por mil trenes.
Si no controlo esta estúpida sinestesia
que me provocas,
de ver otros lugares
y que me sepan a ti.
Que le pregunto a Google como llegar hasta allí
y solo me responde con horas.
Después, salir a buscar tu calor en el frío,
encontrar el abismo de las calles.
Absurdo canibalismo espiritual.
Soy mi propio timón y se me va la vida en espirales.
Mas ahora sé muy bien los vientos que han de mover mi falda.
Y todo eso de las mareas,
o contra ellas,
os lo dejo a vosotros.

No sé nada del amor. Pero, siempre fue queriendo.



Escrito por María González Torres. ©

martes, 18 de agosto de 2015

Ciclos.





Hoy me he dado cuenta de que mi vida es mejor desde que comparto mi felicidad como si no se me gastara. Que de los errores se aprende, y cojones, que también los disfrutas. Así que los próximos van de mi cuenta. Ahora, que ya debo unas cuantas pecas, que me parece precioso todo aquello que he visto en otros ojos, desde otros ojos. Que me han ardido ciudades que ni siquiera pensé visitar. Quiero romper la pecera y vivir lo que me toca. Que lo que haga hoy me lleve a donde quiero estar mañana. Mientras, mis costillas y yo seguimos balanceándonos sobre telarañas, a pesar del vértigo que supone. Pues si llegué a tener de éste fue porque estuve a la altura. Y viceversa. Si ya lo sé, soy mucho de que me crezcan los enanos sin montar el circo, o no poder dejar de mirar aunque ya ni las vea venir. Es cierto eso de que mala hierba nunca muere. Y al final, claro, le acabas por coger cariño. Que nos empeñamos en bailar sobre terrenos resbaladizos. Que nos pasa a todos. Y quien esté libre de pecado puede tirar la primera piedra, pero, por favor, siempre tirad a dar.


Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 15 de julio de 2015

Feliz cumpleaños.




Hoy es un día de mierda. Me he cruzado por delante de un gato negro, y el muy capullo se ha quedado a mirar. Estuve tirando tanto tiempo de esta cuerda que ya no sé dónde empieza y dónde acaba. Ni dónde cojones comenzaron las cosas a perder la forma que no tienen. A saber qué estará haciendo el Karma conmigo. Eso que dicen de que la vida es cambio, es algo que nunca me habría imaginado así, insomnio que me he ahorrado todos estos años. Que sí, que me he quemado la mano y me desangro por el cuello (todo esto por jugármelo). Que se me abren los candados en los puentes. Suicidas van detrás de ellos las seguridades que suponían. Aunque pierda una hermana. Ojalá puedas superar, con esa sonrisa que solo tú sabes, las guerras que te ponga por medio la vida. Ojalá la vida no te ponga más guerras que tener que superar. Gracias por todo. Y de nada, por todo lo demás. Hoy es un día de mierda. Porque tú. 
Porque yo, ya no estamos aquí. 
Ni siempre.



Escrito por María González Torres. ©

miércoles, 1 de julio de 2015

Más que compañeros.




Antes de empezar quiero aclarar que esto no es una despedida. Es mi agradecimiento. Y sí, ya sé que los libros acaban siempre justo en eso, pero este no es el final del libro, es el final de un capítulo muy amplio en nuestra vida, un capítulo de cuatro años magníficos. Pero no dejéis de pensar que detrás de este vendrán muchos más, estoy segura.

Durante estos años he aprendido muchas cosas, y no hablo de lo que hemos tenido que estudiar, que también, sino esas que he aprendido de todos y cada uno de vosotros. Ahora sé que la vida no viene con un manual de instrucciones pero que siempre se torna más fácil cerca de las personas adecuadas; que el estrés se pasa mejor en compañía; que nunca es un mal momento para despejarse si hay cerveza y buena conversación; que el mejor menú de la facultad depende de con quien lo compartas; que las mejores cosas de la vida, no son cosas; que la lealtad te hace familia y doy gracias de poder formar parte de esta familia bioquímica.

He de confesar que cuando empecé esta etapa siendo una chica nerviosa e inquieta por no saber que me depararía el futuro nunca llegué a pensar que podría conocer a gente que mereciera tantísimo la pena, y que precisamente mi futuro, ahora, vaya de su mano. Doy gracias por haber conocido a gente a la que quiero y admiro de verdad. Doy gracias por haberos conocido. Y es que me encanta poder decir palabras como "te acuerdas cuando..." y tener personas con las que poder decirlas.

Por último, daros personalmente las gracias a vosotros. Por las sonrisas a las nueve de la mañana (que a veces cuestan), por los abrazos sin un porqué, por las confesiones y confidencias en primera plana, por las bromas, las risas e incluso por algún que otro enfado. Porque sin vosotros esto no hubiera sido lo mismo, gracias por haber hecho de estos cuatro años algo inolvidable.

Y no, yo tampoco sé donde voy a estar dentro de diez años, pero os puedo asegurar que me acordaré de vosotros, porque me habéis hecho vivir cosas que no puedo expresar en estás cuatro líneas mal escritas. Que al destino, al universo o a quien quiera que sea que os haya puesto en mi vida le debo una muy gorda.



Escrito por María González Torres. ©

lunes, 23 de marzo de 2015

Pereza.




"Tengo que volver a mi planeta."


Siempre que me doy cinco minutos,
nunca llego.
Ojalá supiera irme sin más.
Pedirte,
por ejemplo,
que me olvides.
Aunque nunca del todo.
O que te quedes,
y sueñes tú conmigo.
Ya ves,
lo bonito de las dudas me lo han contado tus labios.
Todo eso de las personas adecuadas
en momentos inoportunos
(o quizás era al revés),
eso de:
¿habremos aprendido a volar queriendo ser aire?
¿Nos habremos buscado donde las calles no tienen nombre?
O ¿dónde nos habremos dejado la humildad emocional?
Expectativas, esas grandes hijas de puta.
La voz desgastada de quien quiso gritar
y no tuvo palabras.
Que soy experta en eso de castillos en el aire
o vender la leche antes de comprar la vaca.
Pero te gustaba así,
marciana.
Me besabas mientras decías que el mundo podía cambiar.
Aunque no querías que cambiara.
Que sabías el donde,
sin saber el cuando.
Mas ahora toca desaprender,
porque ir en contra de uno mismo
es la mayor manera de ponerse barrotes.
Y una vez convertido en jaula,
difícil es
volver a ser casa.
A pesar de todo,
brindo por nosotros,
que nunca lo fuimos.
Pero fue un placer intentarlo.




Escrito por María González Torres. ©

lunes, 19 de enero de 2015

Where is the limit?



Paradojas como que necesito parar a respirar porque estoy tomando demasiado aire. Tener los pies en tu cielo, y hoy que anden rozando el suelo. Las alas aún no me las ha regalado nadie, y os juro que con ellas podría salvar el mundo (al menos el mío). Ando con mirada apática, pero todavía soy las ganas de Jack; todavía me gustas tú, en todos tus formatos; y aunque ya no escribas, todavía eres mi “escribiendo” favorito. A ti, ¿hay algo que te erice la piel? Porque si juegas con fuego pero no acabas envuelto en llamas, no renta. Ahora, me haría torre. Por no haber sabido ser faro.

¿Seguirá girando el mundo en tu ombligo? ¿Seguirá girando mi ombligo en tu mundo? Tus expresiones se las sigo contagiando a otros, venéreas. Yo, que siempre he sido de llegar tarde a ningún sitio, pero llego y bueno, nunca soy el momento. Que para salir corriendo primero tienes que saber a donde quieres llegar. Terminar con un “vale” las despedidas y soltar de golpe todo lo que creía tener, y no tengo. Porque cerrar las puertas siempre resulta más fácil si las dejas medio abiertas.


No sé a cuento de qué, pero estoy creando un caparazón que me viene de puta madre.


Escrito por María González Torres. ©